martes, 17 de julio de 2012

Elefante Blanco


Elefante blanco es la última película del argentino Pablo Trapero, que ha tenido el honor de participar en el Festival de Cine de Cannes en la sección paralela Un certain regard / Una cierta mirada después de que el Festival encadene sucesivas selecciones de sus películas desde el segundo film, El bonaerense (2002). Se trata de un cineasta adscrito al llamado nuevo cine argentino a través de realizaciones independientes y unas preocupaciones autorales y de estilo que con los años él mismo ha ido encargando de prescindir para desembocar en un cine más comercial y popular. Este nuevo camino le ha llevado a moverse en el terreno cómodo de los géneros aunque manteniendo siempre una conexión con un cine de raíz social. De esta manera, Pablo Trapero visitaba el melodrama carcelario y maternal en Leonera (2008) con protagonismo de su compañera Martina Gusman y luego emparejaba esta actriz con el galán Ricardo Darín en Carancho (2010), ahora bajo un formato de thriller intenso y vibrante con la corrupción de las compañías aseguradoras de accidentes de fondo.

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La búsqueda de un público más numeroso y su estabilización dentro de la industria argentina como un valor seguro le ha llevado a la internacionalización de su cine a través de una coproducción con España y Francia que ha comportado la presencia en el reparto de el actor belga Jérémie Renier, un rostro habitual en la filmografía de los hermanos cineastas Dardenne. Elefante blanco es un intento bastante irregular de congeniar entretenimiento y cine de denuncia social a partir de la tarea evangélica de una pareja de sacerdotes y una asistenta social comprometidos con el entorno marginal de barrios periféricos, las villas, que proliferan en las grandes ciudades argentinas. Son barrios con condiciones precarias en que se amontona una población que ha emigrado a las capitales y que nos recuerda, por ejemplo, el fenómeno de masificación y pobreza de las favelas brasileñas.

Es una muestra del activismo de la iglesia católica de base en favor de los menos favorecidos y de su lucha por la mejora de las condiciones de vida del barrio y de la población que los lleva a menudo a enfrentamientos con las instancias políticas municipales, la misma cúspide eclesial oficial o las redes criminales que viven bajo el paraguas desregularizado de estos poblamientos menudo ilegales. El gran trabajo se centra en la rehabilitación de un edificio mastodóntico abandonado para convertirlo en equipamiento del barrio y que recibe el nombre popular de la película, "el elefante blanco", símbolo y exponente de la dejadez y la crisis perpetua de un país.

Pero el problema de esta bienintencionada cinta cargada de valores humanos, sociales y religiosos, con una reivindicación incluida la memoria del cura activista y mártir Mújica asesinado en los años 70, y que en algunos momentos puede recordar el filme emblemático la mision, es que nunca termina de encajar los diferentes frentes abiertos. De esta manera cuesta armonizar la crisis de fe de uno de los protagonistas, los problemas de presupuesto y tirantez con las autoridades que genera la remodelación del edificio en cuestión, las tensiones con las brigadas de trabajadores que no cobran su sueldo, o diferentes historias colaterales de la barriada. En su favor juega la credibilidad de personajes y situaciones, así como la sensación de inmediatez que transmite la cámara al tomar el pulso a la barriada.

Joan M.