Desde los títulos de crédito piensas que más le vale a Nicolas Winding Refn saber lo que se hace. La letra rosa y kitsch puede hacer temer lo peor. Pero la admirable y particular savoir faire del director impregna Drive de una atmósfera de lirismo retro, deliberadamente ochentero, y un aire pretendidamente kitsch que deja sin aliento. El taciturno personaje de Ryan Gosling disfruta de tal magnetismo que el espectador pronto se verá atrapado en su asiento. Gosling crea un misterioso y fascinante ser humano y un verdadero héroe, un solitario conductor Eastwood que sustituye al sexy cigarro del Hombre sin Nombre por un mucho menos glamouroso palillos. Sus ojos esconden que algo oscuro está creciendo en el interior de este romántico a la vez que peligroso Conductor. Al final, el espectador se encontrará conteniendo la respiración para vislumbrar el más mínimo parpadeo.
Marian Lopez