Alexander Mackendrick es
un director especialmente dotado para el mundo de la infancia. Pero sin
ñoñerías, ante todo es un director de cine. Y de buen cine
Mandy aparentemente es una película didáctica sobre los niños sordomudos. Pero
Mackendrick no se detiene ahí. Mete el bisturí a fondo indagando en el
matrimonio, la familia, la infancia, la educación, el amor posesivo, el amor
desapegado, los celos, la envidia, la soledad, los chismorreos, la
comunicación, la vocación, la renuncia...
No sólo eso. El uso que
hace de la imagen y el sonido en esta película es de una especial delicadeza.
David Ribet