En
una época en que un Hollywood falto de ideas se ve obligado a reciclar
historias, recuperar héroes de los 80 o producir una secuela tras otra,
la esperanza la encontramos en la ficción televisiva y el cine de
animación. Y en este sentido, Pixar es lo mejor que le ha pasado a la industria cinematográfica en los últimos 20 años. Con
"Toy Story" (1995), la primera película comercial creado completamente
con un ordenador, el estudio fundado por John Lasseter ya daba un golpe
sobre la mesa. Reinventando
película tras película las posibilidades potenciales de los dibujos
animados, el cierre de la saga termina por descubrir de qué modo Pixar
ha ido depurando sus virtudes, que se ubica más en las ideas de los
guionistas que en la majestuosidad de los informáticos.De
manera silenciosa, Pixar ha encontrado la varita mágica capaz de
descubrir el ingrediente secreto que convierte una película en una obra
maestra: la emoción. Bajo
la apariencia del producto infantil, sus filmes tienen la coartada
perfecta para posicionar al espectador con una determinada
predisposición, cogerlo con las defensas bajas, y golpearlo con
historias tan mágicas como entrañables. Desde
los ojos llorosos de "Wall · E" al insobornable instinto protector de
Marlin, el padre de Nemo, pasando por la relación de Carl y Russell en
"Up" o al incomprendido talento de Remy, la rata cocinera de
"Ratatouille "Pixar demuestra tener una interminable fábrica de ideas capaz de hacer reencontrar al espectador con su niño interior.El
último golpe de efecto de la sucursal de Disney consiste en recuperar
los personajes de su primer film y condenarlos a su inevitable destino. Los
juguetes con las que Andy jugaba cuando era niño son, quince años más
tarde, chatarra inservible, carne de basura o de buhardilla. Del descubrimiento de esta realidad por parte de Woody, Buzz Lightyear y el resto de la troupe, nace "Toy Story 3".El tono crepuscular de "Toy Story 3" se inicia con la reposición, vía video doméstico, de la era feliz de los juguetes.
La brusca interrupción de la "Hay un amigo en mí", late motive musical de la saga, nos conduce a un presente desolador donde el baúl de los recuerdos es la vivienda provisional de los muñecos: cuando Andy se vaya a la Universidad deberá decidir el destino final de sus héroes de nfantesa.La tercera dimensión nos acerca a las facciones perfectas de unos iconos que lucen más reales que nunca. Poco a poco, el espectador irá despidiendo de unos personajes que a lo largo de tres películas, y más de quince años, han ido cuajando con fuerza en el imaginario popular. Por si fuera poco, la trama les acerca más que nunca al abismo, en una animada historia de acción con resonancias de "La gran evasión" (John Sturges, 1962), muy coherente con la línea editorial de la casa. Resulta curioso, en este sentido, significó cómo han cambiado las películas de dibujos animados desde la aparición de Pixar: si antes todas adscribían al género musical, las posibilidades de la animación por ordenador nos acerca a un cine en medio camino entre el arcade y el videojuego.Es "Toy Story 3" una película para niños? También, pero su público potencial es sin duda el espectador a medio camino entre la adolescencia y la madurez, aquel que sabrá despedirse del carismático cowboy y el valiente hombre del espacio, al tiempo de lo que representan: el último anclaje a una edad perdida que obliga a mirar, definitivamente, hacia delante.
La brusca interrupción de la "Hay un amigo en mí", late motive musical de la saga, nos conduce a un presente desolador donde el baúl de los recuerdos es la vivienda provisional de los muñecos: cuando Andy se vaya a la Universidad deberá decidir el destino final de sus héroes de nfantesa.La tercera dimensión nos acerca a las facciones perfectas de unos iconos que lucen más reales que nunca. Poco a poco, el espectador irá despidiendo de unos personajes que a lo largo de tres películas, y más de quince años, han ido cuajando con fuerza en el imaginario popular. Por si fuera poco, la trama les acerca más que nunca al abismo, en una animada historia de acción con resonancias de "La gran evasión" (John Sturges, 1962), muy coherente con la línea editorial de la casa. Resulta curioso, en este sentido, significó cómo han cambiado las películas de dibujos animados desde la aparición de Pixar: si antes todas adscribían al género musical, las posibilidades de la animación por ordenador nos acerca a un cine en medio camino entre el arcade y el videojuego.Es "Toy Story 3" una película para niños? También, pero su público potencial es sin duda el espectador a medio camino entre la adolescencia y la madurez, aquel que sabrá despedirse del carismático cowboy y el valiente hombre del espacio, al tiempo de lo que representan: el último anclaje a una edad perdida que obliga a mirar, definitivamente, hacia delante.
Gerard Alonso
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